Aquellos peces míos de otro tiempo
con la boca de azúcar,
el ojo de papel
y un inocente brillo en las palabras
como si la batalla no les fuera al centro de las branquias
o se durmiera el grito en las escamas,
ajenos a los surcos de la tierra,
distantes de las manos de los hombres.
Aquellos peces míos de otro tiempo.
Desarbolando el cielo me tropecé la herida.
Se me sube el timón a la garganta.
Hay sangre por las velas.
En este mar que nace no quiero que navegues:
naufragarás sin nombre,
lejana nave mía,
distante barco azul.
…
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