Ya madrugada, señores, y el juglar vela en silencio, mientras la luz presentida le delata en el espejo y versos y soledades a un tiempo le llevan preso. Ciego desde aquellos ojos, siente llegar el recuerdo maduro bajo las ramas desgajadas de otro tiempo. Y piensa que el corazón es un malherido sueño, oye los últimos pasos de quien huye del regreso y se extravía en las citas nocturnas y sin encuentro, torpe de la tempestad, abanderado en los besos que se perdieron un día rojos desde su pañuelo. Ya madrugada, señores, y es tarde en su pensamiento. ¿Pero quién le llevará luces y viento viajeros, qué visitadas estrellas serán norte y vino fresco, cintura de la esperanza, yerba de su paradero? Adentro le crece un río que se desborda en el pecho. Parece que fue mañana cuando la vida y su cuerpo. Ya madrugada, señores, cuando el alba va poniendo por las sábanas con frío la trampa y el sentimiento.