A Andrea y Juan
Alguien huye desnudo por los fríos pasillos de un hotel sin estrellas. Hermosa, junto a él, una desanillada serpiente cascabel muestra la baba roja que brilla en sus colmillos. A la 301 llama con los nudillos secos. Del ventanuco alzado en el dintel llegan ecos de ondas de radios de babel y una neblina densa de dulces cigarrillos. Vuelve a llamar. Se inquieta. Un ebrio taconeo anuncia la sorpresa de una rubia platino que ahora muerde los labios del huésped importuno. Alguien bífido lame la mancha del deseo. Alguien firma en el libro: Simbad el Asesino. Alguien que no esperaban en la 301.
De Sonetos del diente oror (Asociación del Diente de Oro, 2018)